El olor a café estimula el cerebro y mejora los procesos
cognitivos.
El olor a café nos deleita y estimula; es más, nada puede
ser más reconfortante que dejarnos envolver por su aroma cada mañana. Es
un placer para los sentidos, el paladar y también para nuestro cerebro. De
hecho, un estudio reciente nos revela que incluso su fragancia, es capaz de
motivarnos, de potenciar nuestros procesos cognitivos y de mejorar incluso
nuestro estado de ánimo. La mayoría lo hemos experimentado más de una vez. Basta con abrir el envase del café, ya sea la caja donde van las clásicas cápsulas o esa bolsa donde se contiene el grano entero o ya molido para sentir un indefinible placer olfativo. Nos encanta su olor, sus matices y esa profundidad aterciopelada que nos transporta a otros lugares más cálidos y agradables.
“Entre los muchos lujos de la mesa, el café puede ser
considerado como uno de los más valiosos. Él atisba la alegría sin
intoxicación, y el placentero flujo de espíritus que ocasiona nunca es seguido
de tristeza, languidez o debilidad”.
-Benjamín Franklin-
Estas experiencias tan sugerentes las origina él, nuestro
sabio y siempre hábil cerebro, regido a su vez por uno de los sentidos más
poderosos en la mayoría de los seres vivos: el olfato. El olor a café viaja
desde la corteza cerebral directamente hasta el sistema límbico, hasta esas
regiones fabulosas donde las emociones y la memoria comparten unos mismos
circuitos, unas mismas rutas.
Si
esa fragancia del café mejora nuestro rendimiento no es en absoluto porque nos
proporcione ningún poder o súbita capacidad. Hablamos solo de emociones y
bienestar, de un simple efecto placebo. Es sin duda un dato lleno de interés en
el que vale la pena profundizar…
Nuestro cerebro adora el café
A menudo suele decirse que ningún sitio está tan lleno de
ideas como el interior de una taza de café. Lo saben los escritores, los
estudiantes, los filósofos y cualquier persona que recurra a él por la mañana
para activarse o por la noche para resistir a unas largas horas de estudio o
trabajo. Ahora bien, si esta bebida era la preferida por Napoleón antes de
iniciar cada batalla (a pesar que su estómago no opinara lo mismo) no es por
casualidad. La cafeína es uno de los alcaloides que más le agradan a
nuestro cerebro. Es un estimulante natural del sistema nervioso, sus efectos se
perciben pasados 15 minutos y puede durar hasta 6 horas. Es algo sensacional,
no hay duda, y todo se debe a su estructura molecular. La cafeína es capaz de
bloquear los receptores de adenosina, esas moléculas que nos inducen el sueño o
la sensación de cansancio. No obstante, aún hay más. El café no solo nos ayuda a
despejarnos por las mañanas e incluso a rendir un poco mejor en nuestros
trabajos. Además de ello, nos produce una grata sensación de placer, y la
responsable de ello es ni más ni menos que ella, ladopamina. Este
neurotransmisor nos induce un estado de activación, de bienestar y de
motivación muy característico; eso sí, también es el responsable de que en
ocasiones nos volvamos auténticos adictos al café…
El olor a café, un recurso de gran poder pero desconocido por
la mayoría
Un estudio publicado en junio de este mismo año en el
Journal of Environmental Psychology nos revela algo realmente interesante. El
olor a café mejora nuestras capacidades cognitivas, es decir, optimiza la
atención, la capacidad de análisis, de resolución de problemas y el desempeño
laboral y académico en general. Parece cosa de magia, no hay duda, sin embargo,
la autora del trabajo, la doctora la Adriana Madzharov, nos explica algo tan
llamativo como curioso: se trata de un simple efecto placebo.
“El café es un bálsamo para el corazón y el espíritu”.
-Giuseppe Verdi-
Algo que pudieron demostrar los responsables de esta
investigación es que basta con que una sala o una habitación desprenda olor a
café, para que el 90% de las personas experimenten bienestar. Asimismo, algo
que ya sabemos es que al cerebro le apasiona el café. La cafeína lo estimula,
le genera placer y activación. Por tanto, el simple aroma también puede activar
todos esos procesos debido a ese recorrido neuronal que se produce entre la
corteza cerebral y el sistema límbico: nos sentimos motivados al recordar sus
beneficios. El efecto placebo tiene sin duda un gran poder en el ser
humano. Más aún, algo que nos sugieren los expertos en neuromarketing es que a
menudo descuidamos el gran efecto que tiene en nosotros el sentido del olfato.
Estamos ante un recurso cerebral prácticamente infrautilizado, cuando en
realidad, es un vínculo directo hacia nuestras emociones y memoria, un canal
excepcional capaz de conferirnos inspiración, calma o activación, de mejorar
nuestra atención e introspección, de hacernos más creativos, receptivos al
entorno…
Helen Keller, la célebre escritora y activista política,
perdió los sentidos de la vista y el oído a los 19 meses de edad. A partir de
este episodio, Helen aprendió de forma muy temprana a estar en sintonía con los
olores. Su mundo adquirió formas y matices poniendo atención en cada fragancia,
en cada cambio, en cada matiz del viento, de la tierra, de las personas que le
envolvían…
El olor a café era también uno de sus preferidos. Así, ante
un mundo de oscuridad y sin sonido alguno, su universo se volvió infinito e
inmensamente rico gracias al poder del olfato. Esto es algo que sabe bien la
industria del marketing y es algo que, sin duda, va a empezar a tener en cuenta
el mundo del trabajo y las organizaciones. A veces, basta una fragancia a
vainilla, canela, café o chocolate, para mejorar el bienestar y la
productividad de los trabajadores… Estamos ante un tema lleno de posibilidades.
Fuente:
Valeria Sabater 4 agosto, 2018
https://lamenteesmaravillosa.com
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